Los comentarios están fuera de servivio

Ya está resuelto el problema de los comentarios que al parecer es por usar el Servidor Explorer. Actualmente estoy usando Google Chrome y todos mis problemas se han solventado. De todas formas seguirá activos los botones de Excelente, Bueno o Malo para recoger una evaluación general.
Gracias por vuestra paciencia.

martes, 23 de agosto de 2011

La tortura del fantasma (Parte V)



-Claro –dijo firmando la receta que correspondía a esa semana.
La acompañó en silencio hasta la salida del centro de salud, que estaba tan vacío como las respectivas casas que les esperaban.
-Quiero verte el lunes que viene a la misma hora –dijo manteniendo la puerta abierta para que saliera Tina.
-No sé, de verdad estás preocupado por mí o te gusta el morbo de ver como sufren los demás –dijo retorciéndose las manos.
-Con el tiempo verás que yo no soy tu enemigo –se despidió con un ademán de cabeza y entró dejando la puerta abierta. Tina le vio desaparecer por el pasillo antes que la puerta se cerrara sola.
Esa semana, a pesar de saber que el teléfono no sonaría, Tina lo convirtió en el eje que la mantenía con esperanza.
Decidió aumentar la dosis, por cuenta propia, de las pastillas para dormir, pues los sueños en los que su marido aparecía y la maltrataba eran continuos. Lo único que quería, después de un día de trabajo y de correr temblando hacia el teléfono cada vez que sonaba, era caer inconsciente durante toda la noche sin que el fantasma de Gregorio la importunara.
Llegó el día de su cumpleaños y con él los remordimientos de conciencia se acentuaron. Llevó flores a la tumba de su marido que, desde que falleciera su suegra, estaba cada vez más descuidada. Un rosal plantado a los pies crecía sin control y cubría más de la mitad de la lápida. Tina ni siquiera compró flores. Como era primavera, de camino al cementerio, recolectaba flores silvestres y hacía un ramo con una composición de diversos colores y en forma alargada. Al dejar las flores sobre la lápida se confundían con el rosal y parecía que del granito podía crecer vida vegetal.
-¿Cuándo dejarás de atormentarme? –Preguntó en voz casi inaudible, a pesar de estar sola en el cementerio-. No vas a parar hasta que pague por desear que fallecieras, ¿verdad? Estoy segura que donde estés necesitas a tu esparrin. Tranquilo, ya me quedan pocas ganas de luchar.
Empezaba a caer la tarde cuando decidió que ya no tenía nada más que decirle y sabía que esa noche, como cada aniversario, ella en sueños sería el verdugo y lo mataría, al igual que lo hizo aquella noche del accidente.
Al llegar al portal de su piso, con la mirada fija en los zapatos llenos de polvo del camino y la espalda arqueada debido al peso de su conciencia, la abordó alguien tocándola el hombro por detrás.
Gritó y se cubrió con el bolso. Cerró los ojos esperando el primer golpe.
-Tranquila, soy yo –dijo con los brazos extendidos hacia ella y las manos abiertas para mostrar que no quería dañarla.
-¿Qué haces aquí? –preguntó abriendo los ojos y jadeando al reconocer la voz.
-Me dejaste preocupado el otro día. ¿Podemos hablar un momento? –explicó Anselmo.
-Está bien, sube te invito a un café –dijo titubeando y sin relajar del todo la posición de su cuerpo mientras miraba alrededor como si estuviera cometiendo un delito al dejar subir a un hombre al piso.


Continuará...


Nota: derechos de autor debidamente registrados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario